06 Jul EL DESNUDO
El desnudo es parte esencial del arte de Occidente, no solo en el campo de la escultura y de la pintura, sino como representación del hombre como centro del universo y medida de todas las cosas.
A partir del siglo V a. C. los griegos encontraron en el desnudo el medio de abstraer, de establecer medidas matemáticas, formular cánones de proporciones y belleza e incluso humanizar su sentimiento religioso.
El descubrimiento (o invención según algunos historiadores del Arte) del desnudo como lenguaje ha influido no solo en la evolución del arte sino en todos los aspectos de nuestra cultura, estableciéndose la fructífera tensión de desnudar y vestir que Nietzsche señala en la oposición entre lo Apolíneo y lo Dionisíaco y para Freud está en el origen de la culpabilidad.
En las Escuelas de Bellas Artes el estudio del desnudo se compagina con el de los ropajes. Para algunos autores el movimiento de hombros, caderas, brazos, de un cuerpo desnudo ya es una forma de vestimenta.
La iconografía religiosa cristiana influida por la potente tradición greco-romana está repleta de desnudos más o menos paganizantes. La desnudez se asocia al ascetismo, a la pureza y al estado de inocencia perfecto, siguiendo la imagen bíblica de Adán y Eva, así como el hecho de vestirse al de cubrir la vergüenza del pecado y la culpa. Pero la tensión entre desnudez y vestimenta va más allá de la representación del cuerpo humano. Hay paisajes desnudos, bodegones desnudos, un arte abstracto desnudo, cuyo ascetismo se manifiesta tanto en la sobriedad de los temas como en la elección de la técnica y los materiales empleados para su elaboración; en oposición tenemos otros lenguajes más sofisticados que incluyen la sensualidad, la sexualidad, el erotismo, las diversas formas de lo ambiguo, etc. Sobre estos temas existe abundante literatura y no ha habido artista que desde la Venus de Willendorf, pasando por prácticamente todo el arte griego, el Renacimiento y hasta nuestros días no haya incluido algún desnudo en sus obras, ni haya podido eludir la latente tensión entre desnudar y vestir. Es una larga tradición a la que no escapo, de modo que me ha parecido interesante recopilar y ofrecer aquí mi propia obra como muestra de lo dicho y posible aportación a un tema que parece inagotable.
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